He liberado a mí alma esta tarde,
la he dejado en el cruce
de dos caminos.
No pude retenerla más,
ha ido en busca de la libertad,
ella siempre fue así
y yo le puse candados
y le negué el pan.
Me dijo un día:
prefiero errar
como un mendigo
que permanecer un día mas a tu lado;
no aguanto mas tu cobardía.
Te he invitado a seguirme
y tú te quedas en tus medianías;
prefieres tu vieja silla
y tus cuadernos, donde viertes tus sinsabores;
Yo no nací para cautiva,
añoro el cielo diáfano de las mañanas,
y el tañido vago de las cosas al atardecer.
Si tú quieres, sígueme;
Yo he perdido demasiado tiempo.