domingo, 16 de noviembre de 2008

DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS


Digo: ¡El mundo sin Poesía no existiría!

y todos me miran con cara de:

¡Pobre tipo!

Como si nada, agrego:

Nada tendría sentido

sin ver el mundo, a través de la poesía.

Me dicen: ¡Evidentemente!

Pero, de los dientes para afuera.

Insisto:

¡El primer Poeta fue Dios!

Porque le puso colores al arco iris

y estrellas al firmamento,

si no, ¿Cómo diríamos?

¡Ha, que hermosa es esa Rosa!

Se, que no todos estarán de acuerdo,

Pero insisto:

¡El mundo sin Poesía no existiría!

Si así no fuera, que sentido tendría vivir;

Al menos yo,

no podría vivir en un mundo

donde Dios no hubiera sido Poeta.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

P A D R E ( en memoria de: Juan Esteban Lopez Oñate)


Desde Santa Juana, cruzando el Bio-Bio;
el rechinar de la carreta, y el parlar del agua
acunaron su primer sueño, en tierras bravías.
Juan Esteban se hizo mozo en la Araucanía.
Hombre, soldado y jinete briso;
abnegado hijo, joven esposo;
en un vertiginoso vivir, impetuoso;
con la alta frente del que lucha,
de cara a la pobreza.
Mi padre, mas que un hombre,
fue un pedazo de montaña, un árbol,
un río claro y caudaloso.
Hombre amplio, y también silencioso,
como un bosque,
filtrando la tenue luz, entre sus ramales.
Sus brazos eran arado en la tierra fragante,
hacha hendida en el canelo milenario.
De sus manos de torpes caricias, manaban
como alta magia, juguetes de olorosas maderas:
banquetas, sillas, caballito trotador,
tejuelas, artesa para el pan;
yugos, yugos por cientos, por miles;
para la extendida clientela,
mas allá de la Frontera .
Fue Fígaro, albañil, agricultor y artesano;
mediero de su propia esperanza,
arriero de su soledad;
mas de una vez, le disputó el sustento,
a un Puma, montaña arriba.
Tuvo los mil oficios
que hereda el hombre con su suerte;
arrastró con su sino, a sus cuatro princesas,
y su Reina Turca, la siempre amada;
por pueblos y ciudades desgastadas
por las eternas lluvias australes;
donde parece que se está más cerca de la muerte,
como si Dios, estuviera siempre iracundo
y se expresara en truenos, lluvia y relámpagos.
Donde a punta de fusil, esperando bala traicionera,
por sinos extraños, a punto estuvo en Valdivia,
de no contar la historia, y seguir su leyenda.
Quince retoños fueron, los que nacieron,
del último tomé nombre, para conocer y valorar
su paso anónimo, como tantos, por esta tierra..
¿ Sabes Padre ?,
en tardes brumosas como las de antaño,
alcanzo a divisarte detrás de tantos inviernos,
como si nada hubiera cambiado;
como si el monumental reloj de los tiempos
se hubiera dormido en un desván;
y aún nuestro pueblo,
con sus hollinados trenes,
sus carretas olorosas a madera,
las procesiones de mayo,
llamando a puertas anochecidas,
Convulsionaran nuestro hogar.
Aún llevo en mis manos, Padre,
Las luciérnagas encantadas, de aquella edad,
Aún te oigo hablar entusiasmado,
de tierras generosas,
O de un nuevo semental
y con tu guitarra a cuesta,
trinando cuartetas y décimas
en tiempos de cosechas,
con tu voz, cual torrente desencadenado,
como el alto trueno que se afina,
por tercera alta, con la tempestad.
Hoy, eso está tan lejos,
pues el ave siempre emigra
y es prisionera de su libertad;
no se detiene a recoger lágrimas,
solo al viento confía sus penas,
y al camino su verdad.