sábado, 19 de abril de 2008

PADRE INFINITO


Padre Infinito que estás en mí,

en los cielos, en la tierra,

Y en todo lugar.

Señor, santo eres tú y todo lo que has creado,

Santificados son todos tus nombres.

danos siempre tu divina Luz

que disipa toda oscuridad y toda niebla

toda perturbación, duda, o tristeza.

Tú que existes más allá

de los universos visibles y no visibles;

Porque eres la forma de todas las formas,

la libertad, más allá de todas las libertades

Tú, que eres Amor, en esencia,

Amor que contiene y sostiene a todo el universo.

Enséñanos Padre, a ser humildes ante ti,

respetar y amar, a toda la creación.

Danos hoy el pan de la compasión

Y enséñanos a perdonar y aceptar

toda circunstancia o situación,

Ayúdanos a diferenciar lo transitorio

de lo que en verdad prevalece.

Por Ti y en Ti vivimos,

aunque permanezcamos en el sueño

de la ignorancia de nuestras mentes.

Tú que nos regalas cada día,

la flor de la vida en cada aliento.

Tú, que nutres los espíritus

con la belleza de cada amanecer,

guíanos por el sendero que nos llevará a Ti;

Gracias por cuidarnos cada día,

y por hacer de nuestros corazones

el secreto templo del Conocimiento eterno,

de tu bendito Amor.

Y si un día nos llamas a otros caminos,

queremos ir satisfechos y felices,

con la certeza, que cual sea

la nueva senda que nos espera,

será siempre a tu santa sombra.

Gracias Padre Infinito

por permitirnos vivir hoy,

A m é n.


jueves, 3 de abril de 2008

HOY TE CONSTRUIRE UN RIO

Traeré agua de las vertientes más profundas,

Esparciré las fuentes originales

que alimentaron la vida,

Donde amaron y sufrieron

los que sustentaron la esperanza,

Vaciaré en las aguas de mi río, la furia

De los que mataron a sus hermanos,

De los que conquistaron los nuevos territorios

Y que usurparon a los que amaban la tierra.

Construiré un río nuevo,

Le pondré la voz de los niños que cayeron

En la “justa guerra de los hombres”,

Y de todos los pequeños

que mueren de hambre cada día.

Pero, también le vaciaré la fuerza del que lucha

Cada día contra la adversidad,

Con la voz de la mujer que cultiva el arroz,

Y la que cosecha la fruta de sol a sol,

Del hombre solo que cría a sus hijos.

Escanciaré en mi río un grito profundo,

Solapado, del que trabaja por los demás,

Con una fe inquebrantable,

También le pondré el perfume de tu espalda,

La plenitud de tus rodillas,

Y esa luz de amor que hay en tus ojos

Cuando me miras cada mañana.