Presiento las distancias del hombre,
Las huelo en las agrietadas manos del tiempo;
Diviso los abismos estelares de este siglo:
Desorientado o suficiente,
Neurótico o ebrio en sus cárceles tecnológicas.
Creo en los estrepitosos silencios de la miseria,
Lloro por las truncas manos
Del que grita el color de los cielos
Y su voz se destempla
Ante las frías pupilas de la humanidad:
Solo un intento entre los babélicos días,
Solo un grito, pero grito al fin;
Que busca el caudal poderoso
Del sueño no violado;
Que mientras es sueño, no es inercia
Y apacienta futuros en la feria del presente,
Desarma la mecánica de la tarde
Atiborrada de cuervos.
Quizás ya es tiempo de inmolar lo pretérito,
Y con los cerebros al descubierto,
Invadir noches furibundas de conformismos,
Y más que fabricar estandartes a puño y grito,
Es tiempo de suspender nuestro odio,
Y brindar por los pequeños momentos,
Por los pequeños cielos de cada día,
Que permiten guiar nuestra estrella
Por las estropeadas escaleras del presente.
¡ En marcha hermanos,
sacad de vuestros arcones el sentimiento!
¡ Sacudidlo y usadlo como estandarte !
y cada vez que alguien pregunte:
¿ Dónde están los hombres ?
decidle: ¡ calla profano, están hablando con su único Dios !
¡El Corazón!