sábado, 25 de octubre de 2008

PEQUEÑA ALABANZA AL SOL


Padre sol, Carne de tu espíritu soy,
Y de esa manera comprendo
El verbo de tu silenciosa bondad.
El hombre es,
El último de tus planetas,
Y alrededor de tus inciensos,
Baila el milenario ritual de la creación.
Cada hora, en la riqueza eterna
De tus ríos lumínicos;
Salen barcas hacia el holocausto final;
Si solo comprendieran
Que tu sonrisa no es una mueca,
Si solo miraran sin temor tus raíces,
Sabrían cuan profunda es tu fe
En el día que nace.
Tras tus dádivas iré
Por derroteros no creados,
y que sin embargo existen
Desde que te dignaste mirar a los hombres;
Quien no ha visto tus lanzas doradas
Perforar el bastión de las nubes,
Para germinar una solitaria planta;
No sabe lo que es dar sin interés;
Quien no ha visto tus lágrimas
De sal y gaviotas,
Al irte cada día detrás del mar,
No comprende la vital experiencia de vivir.
Así seguirá el curso de la vida,
Como un río de caudal incuestionable;
Capullarán otras Atlántidas,
Y el lobo saldrá se su guarida
A invocar una luna enrojecida;
Mientras aún, el soberbio mortal:
Te negará el pan
.

1 comentario:

Miriam Jaramillo dijo...

Grandiosa alabanza al sol. Afectuoso saludo. Con infinito respeto.