EL TROVADOR Y EL GUARDIAN

Y una luz brilló, el niño estaba ahí
de pié con su voz de pájaro, convenciendo al guardián,
que solo era una celeste gota caída de un cometa fugaz;
que solo tuvo por padres la noche inmensa y su soledad,
ni mas hermanos que los vientos, los astros y la mar.
Levantó una mano pequeñita
Para mostrar una luna de nácar y oro
Y las estrellas azules y frías,
Como maduras frutas de un huerto irreal.
-Esa es mi patria Señor Guardián
cerca de la Cruz del Sur instalé mi tienda de cristal;
yo soy un zíngaro del espacio sideral,
tengo princesas de mármol y caballos de coral.
¿Sabe Usted en cuantas estaciones se divide lo temporal?
-En cuatro naturalmente, dice el Guardián-
-Te equivocas, en una y sin edad:
la del Amor y la Amistad;
En estos días de ver y andar voy por las calles y plazas,
por viejos mercados y pueblos buscando a los tristes y a los necios,
a los ancianos y a los incomprendidos, a los despatriados;
y en palabras que son poemas
les hablo de lo útil que es una sonrisa,
les digo que el sol, también por ellos suele a la Aurora desposar.
¡Anochece jovencito, interrumpe el Guardián,
marchaos ahora mismo, o lo tendré que encerrar!
Tiene razón Señor, Si usted me lo permite,
Mi camino voy a continuar;
Hoy un lugar, mañana otro mas.
Es así mi patria, inmensa, sin final;
Si Usted quisiera En la Vía Láctea me puede encontrar,
Beberíamos un buen vaso de Leche Universal;
Jugaríamos a no ser adultos en Andrómeda y Osa polar
¡Basta ya señorito Trovador pero la ley es la ley,
y en este lugar, está prohibido soñar !